¿Boda de día o de noche? Esa es la cuestión

¿Boda de día o de noche? Esa es la cuestión

Bodas

Hay decisiones en la vida que definen quién eres: ¿Pizza con piña o sin? ¿Dulce o salado? ¿Boda de día… o de noche?

Vale, igual no es tan dramático. Pero si estás organizando tu boda, seguro que ya te has hecho esta pregunta. Y como en Finca Buenavista no creemos en fórmulas únicas (pero sí en celebraciones con mucha personalidad), te traemos algunas razones por las que enamorarse del sol o rendirse al embrujo de la luna.

Si lo tuyo es el sol…

Las bodas de día tienen ese no sé qué, qué sé yo de alegría desbordada. Todo empieza temprano, pero con ganas. Hay luz, mucha energía. Y eso, ya lo sabes, es oro para las fotos.

El aperitivo se alarga entre risas, las copas empiezan a sonar cuando todavía no se ha puesto el sol, y la pista de baile abre justo cuando a ti te apetece: a media tarde, con las gafas de sol puestas y el vestido todavía impecable.

Además, las bodas de día permiten jugar con flores, colores, abanicos, sombreros, vermuts y todo lo que tenga alma de terraceo. Y si eres de los que adoran un buen tardeo, esto es lo más parecido a un festival con anillos incluidos.

Si prefieres el misterio de la noche…

Las bodas de noche tienen ese punto de sofisticación que enamora. Todo se vuelve más íntimo, más elegante, más brillante. La luz ya no viene del cielo, sino de las velas, las lucecitas, los focos bien colocados y los looks que piden lentejuelas (o terciopelo, si te vienes arriba).

Y luego está el atardecer. Ese instante en que el cielo se pinta de fuego, el aire se vuelve más suave y todo el mundo se queda un poco en silencio sin saber por qué. Un momento perfecto para decir «sí, quiero», para un primer brindis… o simplemente para dejarse hacer las fotos más icónicas de toda la boda.

La cena se convierte en una experiencia bajo las estrellas, y la fiesta directamente se transforma en un fiestón. Porque si hay algo que tiene la noche, es que da permiso para todo: los tacones más altos, la música más fuerte y los brindis más intensos.

Y sí, también es perfecta para esos invitados que no empiezan a darlo todo hasta pasadas las once. Tddo hay que decirlo.

Y ahora… ¿qué boda va contigo?

¿Eres más de brillar con el sol o de perder la noción del tiempo bajo las estrellas?
¿Te imaginas brindando con vermut al sol o con copas de champán a la luz de la luna?

La pregunta no es cuál es mejor, sino: ¿cuál va contigo?
Porque tu boda no tiene que seguir horarios. Solo tiene que seguirte a ti.

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